Jardín-patio de un cortijo en Consuegra, Toledo

En una zona de España donde las temperaturas pueden alcanzar máximos de 40º y mínimas de -15º, las plantas debían seleccionarse por su resistencia. Pero debían cumplir además otras dos condiciones: ser capaces de vivir en un suelo calcáreo y ofrecer una sensación de pertenencia al lugar. Jugó a favor de la variedad el carácter amurallado del patio, que resguarda la plantación del viento y el frío. Erysimum ‘Bowles Mauve’, de flor rosada, Euphorbia, de flores amarillas, y dos tipos de lavanda, entre otras muchas plantas de hoja gris, crean una armonía de colores y texturas a la que se suma una gramínea como la Stipa tenuissima, que introduce movimiento y refleja la luz del atardecer de una forma extraordinaria. A los pocos meses de plantado este jardín ya resultaba exuberante.

Fotos: Claire Takacs / Urquijo – Kastner